Abril 26, 2022
Hay regiones del país, así como grupos etarios y socioeconómicos, en los que ser mujer es vivir una tragedia. Es la tragedia de la desigualdad, la discriminación y, en casos extremos, el exterminio.
Por Ricardo Monreal, Senador de la República
—Por su relevancia y los tiempos que desafortunadamente atravesamos de la mano de la violencia y las desapariciones humanas, reproducimos este artículo que nos parece en NTPnewss que resume algo de lo que Ya se tiene que hacer—.
Hay regiones del país, así como grupos etarios y socioeconómicos, en los que ser mujer es vivir una tragedia. Es la tragedia de la desigualdad, la discriminación y, en casos extremos, el exterminio.
Entre los feminicidios seriales de Juárez (1993) y el caso de Debanhi Escobar, hemos visto cómo la violencia en sus diversas expresiones (desde el acoso hasta los asesinatos de odio, pasando por todo el espectro de discriminación y marginación de género) se ensaña con miles de mexicanas.
Apenas hemos conceptualizado el delito y diseñado políticas de seguridad y procuración de justicia para enfrentar el feminicidio. Son pasos importantes, pero insuficientes, porque la violencia contra las mujeres sigue creciendo y es una de las manifestaciones más inmediatas del grado de descomposición social que atraviesa el país.
Gracias a la organización, manifestación y presión del movimiento feminista y de la sociedad civil organizada se ha logrado activar en el conjunto del Estado mexicano una serie de iniciativas y políticas públicas tendientes a promover una vida libre de violencias para las mujeres, adolescentes y niñas.
Si tuviéramos que enunciar las diez acciones y medidas que mejor inciden en este objetivo, propondríamos las siguientes:
1. Visibilización: las manifestaciones de protesta, denuncia y alertamiento sobre todas las formas de discriminación, marginación y victimización de niñas, adolescentes y mujeres son útiles para crear conciencia sobre este problema.
2. Marco normativo de cero impunidad: las leyes y penas severas contra los agresores de mujeres, así como acciones judiciales afirmativas a favor de las víctimas, inhiben comportamientos y prácticas socialmente tolerados de violencia o discriminación en contra de las mujeres.
3. Gobernar con perspectiva de género: promover la igualdad de género como uno de los objetivos fundamentales de los tres poderes del Estado y de los tres órdenes de gobierno, y hacer de la equidad de género la estrategia específica para alcanzar esa igualdad.
4. Educación y cultura de derechos humanos: encuadrar la igualdad y la equidad de género orientadas a una vida libre de violencias, como parte fundamental de los derechos humanos de las mujeres. Ésta es una de las medidas más importantes para superar el pacto patriarcal.
5. A trabajo igual, salario igual: una de las medidas de mayor empoderamiento de las mujeres es garantizar el principio de igualdad salarial en todas las actividades económicas y laborales.
6. Programas de inclusión social y económica: políticas de desarrollo orientadas al autoempleo de las mujeres y al apoyo de las microempresas familiares encabezadas por jefas de familia, tanto en el campo como en las zonas urbanas marginadas.
7. Corporaciones paritarias: mayor participación de mujeres en las direcciones y los mandos de las corporaciones, privadas y públicas, en las que se toman las decisiones de gobierno.
8. Políticas de salud pública para el cuidado oportuno y especializado de las enfermedades que mayormente afectan a las mujeres.
9. Políticas de seguridad ciudadana especializadas en la atención, el cuidado, la salvaguarda y protección de las mujeres víctimas de violencias.
10. Impulsar leyes con perspectiva de género, que reconozcan y regulen la llamada “discriminación positiva” como un recurso para igualar el piso en las relaciones laborales, económicas, sociales y políticas entre mujeres y hombres. (https://ricardomonrealavila.com/tragedia-de-genero/)