Mayo 27, 2023
Por: UNAM
Lo virtual, las prisas y la inmediatez impiden el bienestar permanente; México se ubica en el lugar 36 de 150 naciones en el ranking de países más satisfechos; Finlandia, Dinamarca, Islandia, Israel y Países Bajos encabezan la lista
Vivimos una época en la que lo virtual, las prisas, la inmediatez nos impiden disfrutar plenamente las actividades que realizamos y cada vez son menos las cosas que hacemos que nos producen satisfacción.
Una gran parte de nuestro tiempo lo dedicamos al trabajo, al estudio y a acumular cosas materiales como una necesidad que nos hemos generado nosotros mismos, pero cuántas veces nos hemos preguntado si la vida que llevamos marcha relativamente bien, si estamos en el lugar donde siempre hemos querido estar, si nuestras relaciones personales son las que realmente anhelamos o si lo que hacemos nos acerca a las metas que nos hemos trazado.
En las respuestas quizá podemos descubrir qué tan felices somos.
De acuerdo con Manuel González Ozcoy, académico de la Facultad de Psicología, la felicidad es ese estado de satisfacción, efímero y transitorio, que logramos experimentar cuando algo cambia en nuestras vidas para mejorar y cuando se mantiene y se convierte en un estado de bienestar, de goce y de placer.
“En la construcción de un estado de felicidad intervienen condiciones sociales y factores como el acceso a la salud y a la educación, la sensación de seguridad social y otros rubros no menos importantes como la amistad, las relaciones de pareja, el ambiente laboral, la familia y por supuesto las cuestiones económicas. La felicidad no es algo que se construye desde la individualidad ni desde la soledad; la interacción social es fundamental para aproximarnos al bienestar y a los momentos de felicidad.”
En dicha interacción, agregó, en el caso de la cultura mexicana se puede observar que hay factores determinantes de cohesión social como la familia y la amistad que junto con otras emociones como la empatía, la solidaridad, la compasión y la capacidad de goce y de disfrutar las cosas se vuelven concomitantes a la vivencia de la felicidad.
En la academia
González Oscoy subrayó que la gran mayoría de los estudiantes universitarios experimentan momentos de felicidad cuando cumplen con determinadas metas y objetivos académicos, que pueden ser desde logros cotidianos, como pasar las materias necesarias en cada semestre, mantenerse como alumnos regulares o cumplir con el servicio social, hasta la elaboración de la tesis, la presentación de examen profesional y la obtención del título.
“Muchos de nuestros alumnos entran en primer semestre soñándose ya titulados y, claro, cuando lo hacen se sienten felices, pero saben que es un objetivo que implica costos-beneficios.”
Añadió que un buen número jóvenes fincan su felicidad en cuestiones económicas y materiales o también en la construcción de relaciones sociales personales, como iniciar una relación de pareja, tener una familia o participar en alguna organización social, política o deportiva.
¿Cómo se mide?
González Ozcoy comentó que la felicidad se puede registrar a partir de parámetros sociales, culturales y políticos que permiten medir índices de satisfacción de acuerdo con los niveles de desarrollo humano y bienestar de cada país, por ejemplo, acceso a servicios de salud, seguridad social y educación, así como factores económicos, como niveles de ingreso, distribución de la riqueza y poder adquisitivo, además del respeto al medio ambiente
La felicidad comenzó a medirse de forma sistemática a partir de 1972, en el reino de Bután, ubicado en la cordillera del Himalaya, que en su momento fue considerada la nación más feliz del mundo y donde por primera vez se elaboró un Índice Nacional de Felicidad.
Según los expertos, ese pequeño reino de Asia oriental aportó una de las métricas más completas de la felicidad, tomando como base nueve parámetros esenciales:
Salud: mide la atención médica y las barreras de ésta, así como la calidad de los servicios respectivos.
Educación: evalúa el aprovechamiento, la calidad, la escolaridad y el nivel de la educación.
Diversidad ambiental: cuantifica el acceso a servicios ambientales y el conocimiento ambiental de la población, que se caracteriza por el número de árboles sembrados por persona.
Nivel de vida: mide los niveles de consumo de los hogares y el número de casas propias, entre otros aspectos.
Gobernanza: se evalúa la calidad de los servicios públicos, la confianza en las instituciones y los niveles de seguridad.
Bienestar psicológico: aquí se estiman los niveles de estrés y la prevalencia de emociones como celos, frustración, generosidad y tranquilidad.
Uso del tiempo: cuantifica el tiempo que dedicamos a dormir, a la participación comunitaria, a la educación, al deporte, al cuidado de los demás y a meditar, entre otros elementos.
Vitalidad comunitaria: estima la confianza y el apoyo social entre los miembros de una comunidad, así como los niveles de seguridad.
Cultura: evalúa el conocimiento de la cultura propia (deportes tradicionales, festividades comunitarias, labores artesanales, etcétera), así como el respeto y conocimiento de otras culturas.
Después de las aportaciones de Bután, el premio Nobel de Economía 1998, Amartya Sen, destacó por crear nuevas métricas de bienestar sobre las que se construyó el Índice de Desarrollo Humano de las Naciones Unidas.
Según el Informe mundial de la felicidad 2023, publicado por la Red de Soluciones de Desarrollo Sostenible de la Organización de las Naciones Unidas, Finlandia se ubica en el primer lugar como la nación que reúne las mejores condiciones sociales y económicas para que las personas puedan ser felices, las cuales tienen ver con temas como apoyo social, ingresos, salud, libertad, generosidad y ausencia de corrupción, entre otros.
Junto con esa nación europea, los primeros 10 sitios los ocupan Dinamarca, Islandia, Israel, Países Bajos, Suecia, Noruega, Suiza, Luxemburgo y Nueva Zelanda, en donde es evidente el nivel de desarrollo humano que han alcanzado con elevados puntajes en cuanto a calidad de vida, ingresos y disponibilidad de infraestructuras y recursos para vivir.
¿Y los mexicanos?
De los 150 países que se registran en este ranking de felicidad, México se encuentra en el lugar 36, por debajo de Costa Rica, Uruguay y Chile, que son los países mejor posicionados de América Latina, en tanto que Canadá y Estado Unidos ocupan los mejores sitio dentro de todo el continente: Canadá (13), EE. UU. (15), Costa Rica (23), Uruguay (28), Chile (35), México (36), Panamá (38), Nicaragua (40), Brasil (49), El Salvador (50), Argentina (52) y Honduras (53).
En la parte baja de la lista se sitúan Afganistán, Líbano, Sierra Leona, Zimbabue, República Democrática del Congo, Botsuana y Malaui.
En relación con los datos del año pasado, México avanzó 10 posiciones en el ranking de felicidad, toda vez que en el 2022 nuestro país ocupaba el lugar 46.
Al respecto, el Informe mundial de la felicidad 2023 destaca que a pesar de varias crisis superpuestas, incluidos los dos años de emergencia sanitaria por la Covid-19, la mayoría de las naciones en todo el mundo continúan siendo notablemente resilientes, con promedios globales de satisfacción tan altos como los de los años previos a la pandemia.
Para el caso de nuestro país, los datos anteriores coinciden con las cifras más recientes de la encuesta sobre niveles de bienestar de la población de febrero del 2023, del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), en la que se destaca que los mexicanos se sienten cada vez más felices y más satisfechos con la vida que llevan.
El promedio de satisfacción en general fue de 8.5 en hombres y 8.3 en mujeres, siendo los jóvenes menores de 30 años quienes dijeron sentirse mejor en los diferentes ámbitos de su vida personal.
Los rubros en los que la ciudadanía reportó mayor satisfacción fueron sus relaciones personales (8.8), la vivienda (8.7), su actividad u ocupación (8.7), logros en la vida (8.5), estado de salud (8.5) y perspectivas a futuro (8.5).
Los aspectos en los que hubo menor satisfacción fueron la seguridad ciudadana (5.4), la situación del país (7.1) y su ciudad (7.5).
Tips
El catedrático universitario planteó algunas sugerencias que permiten acercarnos a la felicidad:
Identificar aquellas cosas que nos hacen felices y que se encuentran directamente relacionadas con la satisfacción, el placer y el goce.
Establecer objetivos y metas personales, profesionales o académicas que, al cumplirlas, nos hagan disfrutar.
Propiciar espacios relajados, de tranquilidad y de interacción social placentera.
Disfrutar la convivencia familiar, las relaciones de pareja y con los amigos.
Dar prioridad a las comunicaciones y encuentros presenciales y evitar lo más posible las relaciones personales virtuales.
Buscar una mayor interacción social con aquellos grupos de personas con los que nos identificamos tanto social como ideológicamente.
Asistir a eventos que alimenten nuestros sentimientos de alegría, goce y disfrute, y al mismo tiempo refuercen nuestra pertenencia social, como conciertos, espectáculos artísticos o encuentros deportivos.
Hacer lo que nos apasiona y descubrir nuestra verdadera vocación.
Disfrutar lo que tenemos y no preocuparnos por lo que nos hace falta.
Terminar con las relaciones tóxicas y evitar ambientes que nos generan insatisfacción o infelicidad.