Octubre 25, 2021
Pese a los beneficios innegables de la tecnología, la preservación digital del patrimonio sonoro y audiovisual requiere del uso de la energía de forma ininterrumpida, lo que representa uno de los factores causantes del calentamiento global, condición a la que se suma la obsolescencia del equipo de cómputo que se utiliza para ello y que deviene en basura tecnológica. Se calcula que solo se ha digitalizado 30 por ciento de la memoria histórica.
La especialista del Instituto de Investigaciones Bibliotecológicas y de la Información (IIBI), Perla Olivia Rodríguez Reséndiz, puntualiza: “estamos en un momento coyuntural, sabemos que existe gran cantidad de contenidos grabados en soportes magnéticos que aún no se han digitalizado y que podrían perderse, si no se transfieren los contenidos antes del 2025”.
La doctora en Ciencias de la Documentación por la Universidad Complutense de Madrid, advierte que en México existen aproximadamente un millón 500 mil grabaciones sonoras y audiovisuales en diferentes radiodifusoras, televisoras e instituciones públicas. Se estima que se ha procesado aproximadamente 30 por ciento de esta memoria histórica. No obstante este avance, si no se cuenta con la tecnología y el recurso económico de forma permanente en los próximos años podría perderse. Esta labor no es algo dado, se requiere mantenerla de forma sustentable.
En numerosos casos las colecciones digitalizadas carecen de presupuesto permanente para su perpetuación. Cuando se habla de digitalización debemos pensar en dos grandes componentes: la tecnología para transferir y reproducir los contenidos y el equipo necesario para su almacenamiento y protección.
Estos son algunos de los datos que hemos obtenido mediante diversas investigaciones realizadas en el IIBI en 2020 y a través de la Red Iberoamericana de Preservación Digital de Archivos Sonoros y Audiovisuales (RIPDASA), coordinada por la UNAM y constituida por nueve países en el marco del Programa Iberoamericano de Ciencia y Tecnología para el Desarrollo (CYTED).
“Hemos realizado un primer acercamiento al estado de los materiales analógicos que se han perdido, así como a aquellos que están a punto de perderse en Iberoamérica”, alertó.
Por lo tanto, entre los desafíos destacan: la digitalización de los soportes analógicos, el acopio sistemático de materiales de origen digital y la creación de archivos, indica la también maestra en Ciencia Política.
En ocasión del Día Mundial del Patrimonio Audiovisual, que se conmemora el 27 de octubre, puntualiza que la UNAM ha tenido un papel protagónico en la historia de esta labor. Ejemplo de ello es la Filmoteca creada en 1960.
Resalta que Radio UNAM también es referente a nivel nacional en el rubro de conservación de su archivo radiofónico. Hace más de una década que emprendió acciones sistemáticas, claras y contundentes. Además, en los centros de investigación de la Universidad Nacional resguardan grabaciones inéditas resultado de trabajo científico.
Impacto ambiental
En materia de investigación, el IIBI incorporó una línea inédita en América Latina: Preservación Digital Sonora, a cargo de la investigadora, la cual permite explorar el tema, compartir y crear redes de conocimiento sobre todo en Iberoamérica, lo que se ha propagado a otras universidades, como la Andina Simón Bolívar, de Ecuador, con la cual la UNAM realizará del 10 a 13 de noviembre el IV Congreso Internacional de Archivos Digitales Cambio climático y preservación digital sonora y audiovisual.
Durante este encuentro se analizará el impacto que tienen las tecnologías utilizadas. Se busca incentivar el diseño de iniciativas sustentables. Asimismo, examinar a partir de una perspectiva multidisciplinaria cómo los archivos digitales afrontan el cambio climático.
Perla Rodríguez destaca que estas repercusiones son poco tratadas a nivel mundial e implican el uso intensivo de tecnologías; sin embargo, también la conservación analógica conlleva energía para mantener los soportes en bóvedas de almacenamiento, las cuales requieren de sistemas de temperatura y humedad estables las 24 horas, durante los 365 días del año. El mantenimiento de los servidores de los sistemas de gestión y almacenamiento masivo digital también significa gasto de electricidad.
La universitaria enfatiza que los equipos quedan en desuso en un periodo de cinco a diez años, dependiendo del dispositivo de almacenamiento del cual se trate. “Entonces, debemos explorar formas que sean sustentables, de largo plazo y que minimicen el efecto que la preservación digital pudiera tener en la generación de basura tecnológica y sobre el medio ambiente en relación necesariamente con el cambio climático”.
Por ejemplo, las búsquedas de contenidos en general requieren conectar varias bases de datos y generan CO2 que impacta al planeta. Este tema ha sido estudiado a partir de la perspectiva de los grandes centros de datos, pero también debemos analizar la repercusión que tiene en los archivos sonoros y audiovisuales, dado que precisamente una razón de ser de estas instituciones es que tengan visibilidad y sean consultadas, precisa Rodríguez Reséndiz.
Caducidad en la tecnología
Perla Rodríguez manifiesta que el siglo XXI se caracteriza por la creación y proliferación de documentos de origen digital cuyo riesgo de pérdida es mayor al que podrían tener los analógicos, porque su permanencia depende de un soporte único y se requiere sistemáticamente migrarlos de plataforma.
Frente a este fenómeno, que no podemos omitir, las instituciones responsables de la memoria, autoridades y archivistas deben ser conscientes de que se requiere un trabajo continuo, dotar de recursos económicos de forma constante y una visión de largo plazo; “sin embargo, eso es difícil de lograr”, acotó la experta.
Detalla que los archivos audiovisuales –fílmicos, videográficos y sonoros– son parte del patrimonio de la humanidad y de relevancia para la sociedad porque constituyen los testimonios de la historia contemporánea; son tangibles porque en el caso de los soportes analógicos que se produjeron hasta el siglo pasado fueron creados en diversos formatos como cintas de carrete abierto, discos de vinilo, casetes, U-matic (primer formato de videocasete que se puso a la venta), cintas Betacam, VHS y películas de nitrato, entre otras.
Más aún, precisa, es un legado que resguarda el pensamiento de la humanidad, que en ocasiones no encontramos en los libros, sabemos que el documento impreso ha sido uno de los principales vehículos del conocimiento; sin embargo, en la era actual proliferan contenidos digitales sonoros y con temas de relevancia contemporánea.
Por último, considera que esta efeméride es fundamental para los archivos, porque a partir de 2005 se visibiliza la importancia que tienen los archivistas sonoros y audiovisuales como guardianes de este patrimonio que caracteriza a la era moderna.