Marzo 19, 2022
A partir de comienzos del siglo XXI la Unión Europea (UE) enfrenta crisis de diversa índole: la financiera de 2008, el fracaso constitucional, los refugiados, el Brexit y la pandemia, lo cual obstaculiza el proceso de construcción de una autonomía estratégica y desequilibra el papel de Europa como potencia económica y modelo de organización, de acuerdo con la profesora de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Aragón, Marlene Zamarripa Ruiz, quien añadió:
El sistema internacional se alteró sustancialmente debido al fin de la Guerra Fría. Hoy vemos un declive de Estados Unidos como potencia hegemónica, acompañado de un ascenso de China con proyectos encaminados a convertir al país asiático en fuerza dominante en los próximos años.
Al participar en las Trigésimas mesas de análisis “Hacia el orden mundial del siglo XXI: Una mirada crítica desde la ‘normalidad’ imperante”, la experta universitaria dijo que se suma también el resurgimiento de la Rusia con Vladímir Putin quien al aliarse con China altera más la balanza internacional en detrimento de la omnipotente nación estadounidense. Tanto Europa como el gigante asiático buscan afirmar sus cada vez más evidentes intereses y reducir la hegemonía occidental.
Durante el encuentro a distancia organizado por el Seminario de Relaciones Internacionales de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, apuntó que la preeminencia global del país oriental y su influencia en la Unión Europea han llevado a estos a calificarlo como competidor económico y rival sistémico por su promoción de modelos alternativos de gobierno.
Al referirse a los acontecimientos en Ucrania, consideró que evidencia un panorama de inestabilidad para Europa; sin embargo, no es nuevo ni completamente inesperado. “Con la incursión militar en Ucrania, Putin ha plasmado, más que nunca, una política considerada revisionista, para echar atrás un orden internacional que considera injusto”.
Ante una Rusia que parece determinada a llevar este desafío hasta las últimas consecuencias y la alianza de Occidente que ha mostrado lazos en la respuesta negociadora y en materia de sanciones, la Unión Europea necesita reconsideración con urgencia de su lugar en el mundo, aseguró.
Recuperación económica desigual
Monika Meireles, del Instituto de investigaciones Económicas, expuso que son varios los temas que enmarcan el desarrollo de Latinoamérica, entre ellos la exportación, mayormente de commodities, y China es el socio comercial de gran parte de los países latinoamericanos, sobre todo del Cono Sur.
La llegada de los llamados gobiernos progresistas o la “marea rosa”, marcó esa transición del siglo XX al XXI. “Los ojos están puestos en las elecciones de Colombia y Brasil, entonces existe la posibilidad de que se reedite ese contexto de boom de los precios de materias primas, minerales y del sector agropecuario”, acotó.
Además de tres eventos en secuencia que también afectan la economía y la política regionales, y que aún no terminan de solucionarse: la crisis financiera global, la pandemia y las dificultades que significó en las reservas mundiales y en el ámbito social.
En ese sentido, aseveró que se registra una recuperación económica desigual en las naciones latinoamericanas, por ejemplo en el Caribe existen bajas tasas de vacunación contra la COVID-19, a excepción de Cuba, lo que hace difícil hablar de reactivación económica acelerada ante la “nueva normalidad”; los desafíos de la pandemia siguen presentes.
“La invasión de Ucrania por parte de Rusia tiene efectos en el corto, mediano y largo plazos, como la subida de los precios del petróleo que beneficia a los países exportadores del hidrocarburo de América Latina; afectaciones al sector agropecuario, donde Rusia es uno de los mayores proveedores de trigo para Europa y por las sanciones hacia ese país; la demanda de ese producto agrícola tendrá que ser atendida por Argentina, aunque este país latinoamericano tiene un acercamiento político con Rusia”, explicó.
Mientras que a largo plazo, llevará a repensar que para América Latina es posible establecer en este mundo cambiante estrategias de reindustrialización, “es la forma que tenemos para asegurar un desarrollo económico y social más igualitario y sostenible”, opinó.
A su vez, Vania de la Vega Shiota, del Programa Universitario de Estudios sobre Asia y África, de la UNAM, hizo referencia a la cooperación internacional de Japón frente a la COVID-19 y destacó que ese país ha sido rebasado por China como la segunda economía del orbe.
Apuntó que en los últimos años se ha discutido si Japón se encuentra ante el fin de su modelo de desarrollo y cuáles son sus alternativas posibles. Mencionó que hace décadas ambas potencias identificaron a África como una región idónea para ejecutar sus proyectos de cooperación internacional.
Empero, la colaboración japonesa enfrenta retos en el ámbito científico los cuales parecen mostrar contradicción entre el prestigio de esa nación en materia de desarrollo tecnológico e innovación científica y las metas alcanzadas durante la pandemia; mientras que en el plano económico, tiene desafíos derivados de la reducción de los recursos del producto interno bruto, así como políticos que implican recordar la posición que ha tenido desde el fin de la Segunda Guerra Mundial hasta ahora.
La cooperación internacional tiene un elemento altamente político, y no es sinónimo de altruismo. En este ámbito Japón tiene amplia experiencia, es uno de los frentes en los que es ejemplo mundial, a pesar de los desafíos demográficos y económicos que se le presentan, enfatizó.