Diciembre 11, 2021
Con datos en tiempo real y de acceso abierto se puede monitorear, así como modelar y gestionar los sistemas ambientales a una escala y velocidad que antes no era posible, desde la deforestación ilegal, extracción de agua, pesca y casa furtivas hasta el cambio climático, respuesta a los desastres naturales o agricultura. En esas áreas, la inteligencia artificial puede ayudar, afirmó Marian Scott, de la Escuela de Matemáticas y Estadística de la Universidad de Glasgow, Escocia.
Los estadísticos están impulsados por la curiosidad. “Queremos comprender los patrones ambientales que podemos observar en los datos que recopilamos; se trata de crear conocimiento y mejorar la comprensión, de explicar”, señaló la especialista.
Queremos trabajar de manera oportuna, en tiempo real, y hacer inferencias; esta tecnología puede ayudar en áreas de acción prioritaria como contaminación del aire, biodiversidad y conservación, océanos, seguridad hídrica, aire limpio, clima y resiliencia ante desastres, abundó.
Al dictar la conferencia “Una visión digital de la tierra. Post COP, ¿A dónde vamos?”, la científica señaló que los modelos estadísticos se utilizan para entender, explicar y predecir, para encontrar herramientas de modelado computacionalmente eficientes. “Lo que está revolucionando, lo que hacemos, es la capacidad de acceso a datos satelitales, drones y sensores automáticos”.
Al participar en el ciclo de conferencias “Consorcio Universidades por la Ciencia”, organizado por Fundación UNAM y esta agrupación de instituciones educativas de México, Estados Unidos, Reino Unido, Brasil, España, Argentina y Chile, Marian Scott expuso: la ciencia de datos está contribuyendo a la forma en que gestionamos el planeta en el que vivimos.
La profesora de estadística ambiental mencionó que cambió la forma en que medimos y monitoreamos el medio ambiente y abrió oportunidades para que los estadísticos, científicos y analistas de datos contribuyan al debate público y político en torno a temas como el logro de cero emisiones netas de carbono.
En la sesión, Scott dijo que uno de los grandes desafíos en el área son los flujos de datos que se generan, “mucho más rápido que antes”. Tenemos una “inundación” de los mismos, pero a veces no es exactamente lo que se desearía: ¿estamos aprovechando al máximo estos flujos?, ¿la tierra digital es realmente una visión de un entorno totalmente cuantificado, con ecosistemas que podemos modelar matemática y computacionalmente?, cuestionó.
La tierra digital es descrita como una réplica interactiva del planeta que puede facilitar un entendimiento compartido de las múltiples relaciones entre los ambientes físico y natural, y la sociedad. “Si la imaginamos como un modelo del sistema, entonces necesitará ser constantemente actualizado con datos. Ellos serán realmente importantes”, apuntó.
Pero su naturaleza se transformó; hoy, son grandes y complejos todo el tiempo y rara vez se recopilan manualmente, como se hacía antes y, por el contrario, se utilizan satélites, sensores, drones, etcétera, tecnología que además se actualiza constantemente, refirió Marian Scott.
El investigador emérito en el Instituto de Geofísica e integrante de la Junta de Gobierno, Jaime Urrutia Fucugauchi, recalcó que ese tema no es sólo particularmente interesante, sino que se relaciona con el calentamiento global y la reciente Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP26).
En la sesión a distancia, moderada por Ana Elena González Treviño, directora del Centro de Estudios Mexicanos UNAM-Reino Unido, el presidente de Fundación UNAM, Dionisio Meade, mencionó que la idea de establecer un consorcio de universidades por la ciencia es una medida en la dirección correcta.
La emergencia sanitaria nos había cerrado las puertas de comunicación, entonces se diseñó esta idea de la mano de Jaime Urrutia, con la participación de El Colegio Nacional, la Universidad de las Américas Puebla, la UNAM y su Fundación, “a la cual nos sumamos con entusiasmo, porque nos damos cuenta de que estamos dando la vuelta a las restricciones de la pandemia”.
Con el tiempo se acredita que el consorcio está vigente, que es una vía donde podemos compartir conocimiento, aprovechar la sabiduría de los expositores y sumar la posibilidad de intercambio respecto de las investigaciones que se desarrollan. Pero, sobre todo, abre a los jóvenes una ventana de oportunidad para que consideren, dentro de sus opciones profesionales, las que derivan de las presentaciones.
Hoy, la transversalidad del conocimiento y de las especialidades que se requieren para avanzar en la investigación y el desarrollo de algunos tópicos, reclaman visiones interdisciplinarias. Las fronteras cada vez tienen menos relevancia; si hay algún espacio para el cual eso es así es, justamente, el entorno de la contaminación ambiental, recordó.
Penelope Morris, de la Universidad de Glasgow, destacó la relevancia de la serie de conferencias que se ha constituido en una manera de estar juntos, pero también es una manera de desarrollar la colaboración entre universidades.