
16 de agosto de 2025.- Como había anticipado en otras plataformas, el regreso de Trump. Su retorno no es solo un tema electoral estadounidense, sino un fenómeno geopolítico. Su sombra planeó en la cumbre del 15 de agosto entre EE.UU. y Rusia, donde Lavrov —con calculado simbolismo— recordó la caída de la URSS. ¿Por qué? Porque Rusia aprendió que los imperios no mueren de un golpe: se recomponen en nuevas formas.
Trump como último emperador:
- Su estilo autocrático y transactional (Transaccional) rompió el guion de la diplomacia tradicional.
- En su era (2017-2021), EE.UU. actuó como un imperio en repliegue: retirada de tratados, acercamiento a Putin, y el America First como doctrina aislacionista.
- Ahora, su posible retorno en 2024 representa la última oportunidad de un Occidente que ya no cree en sí mismo.
La lección de la URSS aplicada a EE.UU.:
Rusia sobrevivió a su colapso porque sus enemigos no la estrangularon del todo (ayudas económicas de los 90, integración al G8). Hoy, el mensaje de Lavrov es claro: EE.UU. podría seguir el mismo camino si no negocia su declive con inteligencia.
El cáncer interno estadounidense (más peligroso que Novorrusia por algunos elementos que no diré):
- División política: Guerra cultural izquierda-derecha, erosión de instituciones.
- Declive económico: Deuda récord, desindustrialización, pérdida de hegemonía del dólar.
- Falta de rumbo estratégico: Vacilaciones en Ucrania, Taiwán y Oriente Medio.
Hay que dejar que el emperador Trump duerma (o regrese, con otro nombre) sin provocaciones. Mientras, los países al margen de EE.UU. —incluidos los de América Central— deben aprovechar este interregno para construir soberanía real. Porque cuando Washington despierte, ya no será el gendarme global de antaño, sino un gigante en transición… o en agonía, eso dependerá de la madurez o estupidez de sus élites económicas y consecuentemente políticas.