Febrero 25, 2022
José Vasconcelos Calderón es el sexto rector de la Universidad Nacional, fundador y primer titular de la Secretaría de Educación Pública (SEP) en 1921, miembro de El Colegio Nacional y de la Academia Mexicana de la Lengua. Es figura única en la enseñanza pública mexicana del siglo XX, quien a 140 años de su natalicio su legado prevalece en el ámbito educativo.
“Una de las influencias que tiene el trabajo de José Vasconcelos y la reforma en la educación, son evidentes todavía en la estructura de nuestra educación pública. Veo como eje o punto de inflexión notorio el esfuerzo que hizo desde la Universidad, en 1920, cuando fue rector, por hacer un primer ensayo en el cual se planteó el acercamiento de la Universidad a los problemas nacionales”, afirma el investigador del Instituto de Investigaciones sobre la Universidad y la Educación de la UNAM, Moisés Ornelas Hernández.
Esto ocurrió en una coyuntura, después de haber estado el gobierno de Venustiano Carranza, que había destruido el Ministerio de Instrucción Pública. “Justo Sierra había hecho esfuerzos anteriores por consolidar y separar del Ministerio de Justicia a un ministerio encargado de la educación”, recuerda.
Vasconcelos Calderón pugnó por vincular al resto de la población mexicana, en su mayoría indígena en los años 20 del siglo pasado; el problema central era el analfabetismo. Para el experto, la creación de la SEP -donde utilizó de plataforma la experiencia en la rectoría tratando de forjar la primera ley fundadora de la dependencia-, tiene contrapesos interesantes, señala.
Quien nació en Oaxaca el 27 de febrero de 1882 y falleció en la Ciudad de México el 30 de junio de 1959, impregnó y dotó a la enseñanza de una filosofía, de una orientación social pública para integrar a los sectores más vulnerables y hacerla, a nivel constitucional, efectiva en la práctica.
“Creo que la SEP, que ya cumplió un siglo, sintetiza mucho del trabajo de Vasconcelos, quien retomó el camino andado por Justo Sierra, fundador de la Universidad Nacional en 1910, y su impulso por establecer una unidad de criterios, una educación de carácter más amplio, encaminada a criterios de uniformidad educativa”, comenta.
El exrector trabajó junto con Ezequiel A. Chávez, importante colaborador de Sierra, quien fue el encargado de redactar la carta a la Cámara de Diputados para argumentar la creación de la Secretaría.
“En el cardenismo vivió una etapa distinta, donde sufrió algunos reveses y críticas, y retomó su filosofía y principios educativos con Jaime Torres Bodet, ya en los años 60, con el gobierno de Adolfo López Mateos. Fue con Torres Bodet donde trata de reivindicar toda esa trayectoria, y donde sigue siendo el enseñar a leer y escribir un problema nacional”, subraya Ornelas Hernández.
Al interior de la UNAM, Vasconcelos Calderón trató de hacer un corte en la presencia nacional que tenía la Universidad previa a alcanzar la autonomía, y hacer notar que la institución estaba vinculada con ciertos sectores. “El vasconcelismo desde la rectoría trata de darle a esta casa de estudios una apertura hacia distintos sectores sociales que estaban alejados de esa oportunidad de llegar a la educación superior”, precisa.
Para el experto universitario el ejercicio de Vasconcelos como rector de la Universidad es ejemplar, porque es un laboratorio en el cual emprende buena parte de lo que impulsó en la SEP. En ese sentido, la rectoría es una lucha contra el analfabetismo.
“El escudo de la Universidad surge en ese periodo, impregnado de su espíritu iberoamericano”. En abril de 1921, Vasconcelos propuso al Consejo Universitario el que la UNAM ostenta hasta la fecha y en el cual incluye su convicción de que los mexicanos deben fundir su propia patria con la gran patria hispanoamericana, relata el investigador.
La leyenda que sugirió constituye el lema de la Universidad Nacional: “Por mi raza hablará el espíritu”.
“El escudo que tenemos en la Universidad asume esa preocupación de hermandad latinoamericana, entendiendo que en los años 20 había toda una discusión cultural e ideológica de la cultura europea. Hasta entonces había sido la cima a alcanzar, desde los intelectuales, una formación europeizante que se rompe con la Primera Guerra Mundial y la barbarie que ocasiona en la humanidad civilizada. Esto da la oportunidad de que en América Latina aparezca esta arcadia rural, utópica, donde se puede construir esta otra realidad”, abunda el académico.
Y añade: el distintivo es el cóndor andino, el águila azteca y la custodia del nopal y un volcán atrás, que resume esta hermandad latinoamericana, esta necesidad de unidad.
En el proyecto vasconcelista tiene un gran peso la Revolución Mexicana y sus ideales, el cual se manifiesta en el apoyo único que se le dio presupuestalmente a Vasconcelos en la SEP. “Eso le da oportunidad de establecer vínculos muy estrechos con intelectuales latinoamericanos como Gabriela Mistral” (quien trabajó en la dependencia), relata.
Para Ornelas Hernández una reflexión importante es la posibilidad práctica de creación de la Secretaría, que es el proceso de federalizar la educación; es decir, el papel del Estado como impulsor y regulador de la enseñanza pública que va a impartir.
“El problema de analfabetismo en el país sí disminuyó desde entonces por el papel de la SEP; en la época era de hasta un 80 por ciento”, asevera.
Cifras de 2021 del Instituto Nacional de Estadística y Geografía indican que 4.7 por ciento de la población es analfabeta, lo que significa que cuatro millones 456 mil 431 personas en México no saben leer ni escribir.