13 octubre, 2021
El intelectual y escritor José Martí resulta hoy junto al poeta José María Heredia, de los exiliados cubanos con mayor influencia en el escenario cultural, literario y sociopolítico de México en el siglo XIX.
Especialmente, durante su primera permanencia en el país azteca de 1875 a 1877 y, desde entonces numerosos espacios recuerdan sucesos emblemáticos en la vida del Héroe Nacional, entre ellos, una de las fuentes de la Alameda Central, el parque público más antiguo de América Latina y valorado por sus obras de arte.
‘Testimonios de la época revelan que el apóstol acostumbraba a reunirse allí con su amigo el abogado mexicano Manuel Mercado, destinatario de su carta inconclusa o testimonio político del 18 de mayo de 1895’, explicó a Prensa Latina el escritor local Miguel Ángel Sánchez.
Al joven michoacano le confesó en declaración íntima que: ‘Si Cuba no fuera tan desdichada, querría más a México (…)’, y muestra de esa devoción resultan, por ejemplo, las múltiples referencias al territorio norteño en obras como Los tres héroes y Las ruinas indias, incluidas en su revista La Edad de Oro.
El 20 de diciembre de 1877, Martí contrajo matrimonio con la camagüeyana Carmen Zayas Bazán (1853-1928) en la Parroquia del Sagrario Metropolitano, templo anexo a la Catedral construido entre 1749 y 1768 por el español Lorenzo Rodríguez y situado en la emblemática Plaza de la Constitución o Zócalo.
También mantuvo una estrecha y significativa relación con la intelectualidad mexicana, entre ellos, el periodista Guillermo Prieto; el abogado Ignacio Altamirano; el ideólogo liberal Ignacio Ramírez, El Nigromante; el historiador Justo Sierra, y políticos como el exgobernador del Distrito Federal Juan José Baz.
¿Cómo influyó el país azteca en Martí?
José Martí llegó a Veracruz con 22 años de edad, el 8 de febrero de 1875, al país ‘republicano, liberal y juarista de Lerdo de Tejada, que le abrió los brazos’ (…), según refiere el doctor Alfonso Herrera Franyutti, tras cumplir destierro en España y a pocos días de la muerte de su hermana Mariana Matilde Martí.
Una vez atravesó la ruta de las Cumbres de Maltrata en ferrocarril, el intelectual cubano expresó: ‘Se encoge el corazón de tanta hermosura. Los ojos queman. Se juntan las manos en gracia y en plegaria’ y arribó a Ciudad de México el día 10 de febrero por la antigua Estación de Buenavista, inaugurada el 20 de enero de 1873.
Sus primeros artículos periodísticos aparecieron en la Revista Universal—situada frente a la Plazuela de Guardiola espacio ocupado por el rascacielos conocido como Torre de Latinoamérica— bajo el seudónimo de ‘Orestes’, desde la sección Boletín y en el periodo comprendido entre abril y noviembre de ese año.
Según refiere el historiador cubano Pedro Pablo Rodríguez, Martí en ese apartado difundió 47 textos vinculados a la actualidad política, escenario intelectual, asuntos económicos, costumbres, huelgas, la situación de los pueblos originarios, artes y letras, educación, historia y las relaciones con Estados Unidos.
‘Esa identificación con la sociedad mexicana no respondía solamente a una probable necesidad editorial de la Revista Universal: expresaba también el empeño personal martiano de entender y asumir a ese pueblo como el suyo, pues desde antes tenía el criterio de la comunidad identitaria latinoamericana’, reconoció.
Según la bibliografía de la época consultada por Prensa Latina, su primera crónica rubricada como Orestes narró la inauguración del Panteón de Tlalpan, en conmemoración a la victoria tras la Batalla de Puebla, acontecida el 5 de mayo de 1862.
El escritor mexicano Miguel Ángel Sánchez recordó, asimismo, que el 19 de diciembre de ese año estrenó con éxito en el Teatro Principal la obra Amor con amor se paga, protagonizada por la actriz Concepción Padilla y el actor español Enrique Guasp, quienes al concluir la función regalaron a Martí una corona de laurel.
‘La intelectualidad más encumbrada de la época encontraba un refugio cómplice en las tertulias de Don Juan de la Peña y, su hija Rosario era considerada como el alma de aquellas reuniones a las cuales asistió Martí. El intelectual cubano también cayó ante los encantos de la joven’, aseguró Sánchez.
En 1894 regresó nuevamente a México con el propósito de conseguir apoyo para el reinicio de las luchas por la independencia de Cuba y en ese viaje dialogó con el entonces presidente Don Porfirio Díaz, quien contribuyó con una suma personal para esa causa.
Un centro dedicado al apóstol
México, similar a lo que sucede en la patria natal del apóstol, celebra la presencia de Martí con la colocación de su nombre en un significativo número de bibliotecas, monumentos y la constitución de un centro cultural, provisto de una imponente estatua de cuerpo entero realizada por el escultor Ernesto E. Tamariz.
‘Cuando pensamos en la constitución del centro, inaugurado el 27 de mayo de 1976, el artista mexicano era uno de los más reconocidos. Imprimió a la figura del héroe cuestiones vinculadas al romanticismo, realismo, sobriedad y paz’, indicó Miguel Ángel Sánchez.
La coordinadora de esa institución, Gabriela Baleón, señaló a Prensa Latina que ese espacio difunde y promueve la cultura y, desde hace algunos años, centra sus actividades comunitarias en la población de bajos recursos o marginada presente en los alrededores de la Alameda y el Museo Nacional de Bellas Artes.
‘Tenemos aquí 27 talleres gratuitos relacionados con las lenguas indígenas, la producción artesanal, actuación, guitarra, creación literaria, teatro infantil, pintura, entre otros y coordinamos con la embajada de Cuba la celebración de su natalicio el 28 de enero y la conmemoración de su muerte el 19 de mayo’, aseveró.
La entidad incorpora un extenso mural realizado por los reconocidos pintores Fayad Jamís (1930-1988), Mariano Rodríguez (1912-1990), Luis Nishizawa (1918-2014) y Mario Orozco (1930-1988) y, además de a Martí, refleja otras figuras como Emiliano Zapata, Benito Juárez y Simón Bolívar.
Actualmente, existe un intercambio académico con el Centro Cultural José Martí de La Habana encaminado a una mayor difusión de los textos del apóstol pues ‘incluso antes de conocer a su autor ya los niños y jóvenes mexicanos recitan Cultivo una rosa blanca’, confirmó Baleón.