La Cámara de Senadores rindió un homenaje a las y los más de 36 millones de migrantes mexicanos que radican en Estados Unidos y que han dado parte de su vida por sus familias y por nuestro país y quienes anualmente envían remesas por casi 50 mil millones de dólares, más de un billón de pesos mexicanos que equivalen al cuatro por ciento del Producto Interno Bruto.
El presidente de la Junta de Coordinación Política, Ricardo Monreal Ávila, encabezó la ceremonia para develar la inscripción, en letras doradas, de una leyenda alusiva a nuestros connacionales, en el Patio del Federalismo, con la asistencia de Antonio Villaraigosa, exalcalde de Los Ángeles, California, el senador suplente Heriberto Galindo Quiñonez y senadores de diversos grupos parlamentarios.
Para ello, expresó Monreal Ávila, “nuestro reconocimiento y gratitud; estamos atentos a la reforma que impulsa el presidente Biden”, a fin de que puedan regularizar su residencia millones de personas de origen mexicano que radican en Estados Unidos.
Esperamos, continuó el senador, que el Programa de Acción Diferida para los Llegados en la Infancia se fortalezca y beneficie a alrededor de 700 mil compatriotas.
Ricardo Monreal también confió en que las políticas del presidente Andrés Manuel López Obrador contribuirán a erradicar los abusos y delitos que se cometen en contra de este sector; y en que el grupo de acción inmediata, que se integró recientemente con la participación de siete países y que encabeza México, cumpla su cometido de poner un alto a quienes trafican con personas y explotan la necesidad de los migrantes.
Señaló que México se convirtió en “una pesadilla y un infierno” para los migrantes de las naciones de Centroamérica. En eses sentido, recordó el caso de San Fernando, del 2010, donde se asesinaron a 72 indocumentados; y el reciente accidente carretero en Chiapas, donde fallecieron 56.
Además, informó que, en los primeros días de enero, en el Senado de la República se tendrá un diálogo con la Secretaría de Relaciones Exteriores y se citará a comparecer al director del Instituto Nacional de Migración, para analizar las condiciones en que se desarrolla el programa conocido como “Quédate en México”.
“Actuaremos con responsabilidad y altura de miras, e insistiremos en el principio de reciprocidad internacional, entendido como la costumbre de un Estado que concede a otro un trato semejante al que se recibe”.
Reveló que la Secretaría de Relaciones Exteriores envió al Senado de la República un informe sobre dicho documento, que explica con claridad lo que ha hecho el gobierno de México ante la reinstalación de estos protocolos mandatados por un juez estadounidense a su gobierno.
“Coincidimos con el Gobierno de México en que una decisión judicial de Estados Unidos no obliga a nuestro país, que ejecuta y diseña su política migratoria de manera soberana”. No obstante, con el ánimo de responder de manera humanitaria a las necesidades de las personas que solicitan asilo en Estados Unidos, México ha iniciado un diálogo de alto nivel con ese país.
Sin embargo, acotó el senador, en el Senado de la República “nos preocupa la política migratoria, relativa al restablecimiento de las medidas asumidas por el gobierno de Estados Unidos, que México ha aceptado y que obliga a miles de migrantes a esperar en nuestro territorio la resolución del asilo del país vecino”.
México, enfatizó, ha sido históricamente un país de refugio y de trato humanitario para las personas migrantes, “pero tengamos cuidado para que su capacidad de aceptación no sea superada y ello detone conflictos internos, violaciones a derechos humanos, el surgimiento de discriminación y xenofobia”.
Las fronteras, asentó, deben tener respaldo y protección institucional e internacional, pues es previsible que se presenten numerosos grupos de personas como nunca antes. Mantener indeterminadamente en la frontera a personas de países diferentes, en espera de asilo en la Unión Americana, advirtió, puede generar colapsos en alimentación, salud, vivienda y convivencia social con la población de las fronteras.
Al hacer uso de la palabra para la presentación del libro “Drama y odisea de la migración mexicana”, Heriberto Galindo Quiñones asentó que las políticas migratorias de Estados Unidos y de México tienen una deuda pendiente con los migrantes mexicanos, pero también con los migrantes centroamericanos y del Caribe.
Es urgente, asentó, que ambos gobiernos, intelectuales, especialistas y legisladores realicen aportaciones que dignifiquen el trato hacia este sector, pues “no podemos ser candil de la calle y oscuridad de nuestra casa”.
Sí exigimos un trato digno y honroso a nuestros compatriotas en los Estados Unidos, acotó, tenemos que ser congruentes también con los que buscan trascender nuestro territorio para llegar a esa nación.
Galindo Quiñones enfatizó que ha llegado la hora para que ambas sociedades, gobiernos y congresos pongan en marcha una política justa, humanista y legal, que reivindique a las y los trabajadores migrantes.
Recordó que recientemente, el presidente Joe Biden presentó una iniciativa que la Cámara de Representantes aprobó parcialmente; esto, dijo, un avance, “pero no es suficiente”.
En el libro “Drama y odisea de la migración mexicana” se destaca que actualmente viven allá más de 36 millones de habitantes de ascendencia mexicana, quienes contribuyen de manera destacada al fortalecimiento de la economía norteamericana, con su trabajo productivo, salarios, impuestos y consumo.
Además de cubrir sus necesidades, mejorar su nivel de vida, las y los migrantes mexicanos envían remesas que actualmente rondan los 50 mil millones de dólares anuales. Es decir, más de un billón de pesos mexicanos, que equivale al más del cuatro por ciento del Producto Interno Bruto.