Cultura

Historia, sensibilidad y paisajes olfativos; A qué huele México

Sahumerio de copal, uno de los olores que ha pervivido desde la época prehispánica. Foto: Víctor Hugo Sánchez.

02 agosto, 2021

Sahumerio de copal, uno de los olores que ha pervivido desde la época prehispánica. Foto: Víctor Hugo Sánchez.

Por UNAM

La historia de México no sólo se escribe, también se olfatea. Así lo refrenda un grupo de especialistas del Instituto de Investigaciones Históricas (IIH), quienes han reconstruido olores para estudiar y analizar el pasado mexicano desde la época prehispánica.

Elodie Dupey García, del área de Historia de los Pueblos Indígenas de la referida entidad académica, dijo que la indagación que encabeza con Guadalupe Pinzón Ríos busca a través del sentido del olfato conocer otros aspectos de la memoria del país, desde los tiempos antiguos hasta el siglo XX. “No sólo es un fenómeno fisiológico, sino que es parte de un contexto sociocultural, se busca en general establecer cuáles son los valores otorgados a esos estímulos dentro de las sociedades humanas, a través del tiempo”.

A partir de ello, continuó, el proyecto considera que los olores no nada más son objeto de estudio para las ciencias o un fenómeno fisiológico, sino igual para las humanidades y las ciencias sociales. “El percibirlos no es únicamente una experiencia individual, es también cultural y compartida, porque en una sociedad se asocian ciertos valores, por ejemplo, sobre el olor a limpio, lo que significa el aroma a una tortilla caliente, o a pan fresco”.

Los olores no nada más son objeto de estudio para las ciencias o un fenómeno fisiológico, sino igual para las humanidades y las ciencias sociales.

Valores culturales

Los olores no tienen ningún sentido universal y definitivo, se resignifican constantemente, y cada sociedad otorgará valores culturales específicos a estos, dijo.

La también profesora del Seminario de Investigación en Cultura Náhuatl, del posgrado en Estudios Mesoamericanos de la UNAM, expuso que hay varios elementos que han permitido a los investigadores reconstruir los paisajes olfativos y sensibles en general.

“Se hace a través de la gran cantidad de fuentes históricas con las que se cuentan, desde las herramientas lingüísticas hasta los materiales arqueológicos.”

Si cambiamos de temporalidad, los olores se pueden reconstruir a través de la publicidad; por ejemplo, a mediados del siglo XX, con los olores del cuerpo, o incluso en el siglo XIX, con las políticas de desecación del Valle de México, que iniciaron desde el periodo colonial.

Todo esto es más significativo de lo que se piensa, prosiguió, porque vivimos ahora en sociedades que están dominadas por un paradigma visualista.

“Es decir, otros sentidos, que pueden ser el tacto y el gusto, parecen mucho menos importantes, se hace creer incluso que podríamos vivir sin esas experiencias, lo cual no es cierto.”

La integrante de la Société des Américanistes de Paris, Francia, mencionó que las élites intelectuales europeas desde Freud y Darwin, contribuyeron a la idea del paradigma visualista, y desde el siglo XVIII y XIX, conforme evolucionó el hombre hacia la civilización, predominó lo visual.

“Sobre todo porque la lectura es la gran herramienta para el aprendizaje, para el conocimiento, de ahí lo primordial de la vista, por lo que el olfato ‘se quedó atrás’; sin embargo, eso se resquebrajó con lo que estamos sufriendo con la pandemia de la Covid-19, ahí nos volvimos a percatar de la relevancia del olfato en nuestras vidas”, resaltó.

Más allá de cualquier circunstancia, se trata de un sentido esencial para el ser humano en su vida diaria, el olor es un fenómeno universal e ineludible, porque si respiramos, olemos, no podemos evitarlo a diferencia de otras experiencias sensibles y sensoriales, por eso es tan complejo de describir, planteó Dupey García.

El olor y la fragancia eran sagradas desde la más remota antigüedad. Por ello, uno de los olores que ha pervivido desde la época prehispánica en México, apuntó la investigadora universitaria, es el del sahumerio de copal.

“Quemar resina de copal se hacía en muchos contextos, casi todo el día, o en rituales muy específicos. Los humos resultantes de esta combustión eran fundamentales y hoy en día es un incienso; ahí lo que vemos es la resignificación de los olores”, aclaró.

En comunidades mayas que habitaban la selva en el periodo clásico, “donde no puedes experimentar tanto con los ojos por el tamaño de su densidad vegetal, el olfato se volvió un sentido sumamente importante, porque para encontrar una comunidad se tenía que oler, ¡olfatear un pueblo!”

Higiene

Para los casos de los siglos XIX y XX, agregó, nos damos cuenta que el olor estaba muy presente en todos esos discursos en torno a la higiene, son referencias que buscan civilizar, “es lo que pretendieron las élites políticas e intelectuales de la época”.

Un ejemplo “era la implementación de la regadera, de las duchas individuales en las casas; como eso se acompañó de todo un discurso sobre los olores corporales con campañas de publicidad a mediados del siglo XX, se hizo presente el mal aliento, y entonces había que consumir pastas o enjuagues bucales”.

El proyecto de trabajo sobre sensibilidad olfativa, informó Dupey García, se materializó desde 2014 en un seminario de Historia de los Olores, así como la realización de un coloquio internacional que, a su vez, derivó en el libro De olfato. Aproximaciones a los olores en la historia de México, que apareció en 2020 bajo el sello de la UNAM, del Fondo de Cultura Económica y del Centro de Estudios Mexicanos y Centroamericanos.

Publicaciones relacionadas

Botón volver arriba