Junio 23, 2024
Por: UNAM
El investigador del Instituto de Ecología de la UNAM, Gerardo Ceballos González -junto con Rodolfo Dirzo, de la Universidad de Stanford- recibió el Premio Fronteras del Conocimiento 2024 en su edición XVI, que otorga la Fundación BBVA, en la categoría de Ecología y Biología de la Conservación.
Fueron reconocidos por sus contribuciones al estudio de la defaunación, un término acuñado por Dirzo -quien de 1980 a 2004 fue profesor e investigador de la Universidad Nacional- para describir las alteraciones causantes de la desaparición de animales en la estructura y el funcionamiento de los ecosistemas.
En su discurso de aceptación, Ceballos González afirmó que el Premio representa para ambos un aliciente y una gran responsabilidad para seguir haciendo investigación científica de excelencia. “Tiene un significado especial para nosotros por ser los primeros científicos en Iberoamérica a los que se les ha otorgado en la categoría de Ecología y Biología de la Conservación”.
El universitario aseveró que salvar de la extinción al mayor número posible de especies silvestres es el objetivo de su vida profesional de más de tres décadas, y recordó que recientemente apoyó la creación de más de 3,5 millones de hectáreas de áreas naturales protegidas en México.
El también promotor de la regulación mexicana sobre especies amenazadas y de más de 20 áreas naturales protegidas que superan un millón y medio de hectáreas, alertó que la vida está en peligro ya que innumerables especies se han extinguido por las actividades del ser humano, y millones más se encuentran en riesgo de desaparecer debido al crecimiento de la población, el cambio climático, destrucción del hábitat y contaminación.
Este premio, enfatizó, reconoce nuestra contribución científica, que ha ayudado a cambiar el paradigma de que la extinción actual es un fenómeno natural que forma parte del proceso de la evolución. Con Rodolfo Dirzo y otros colegas, en especial Paul R. Ehrlich, de la Universidad de Stanford, demostraron que se entró en la sexta extinción masiva, ya que las tasas actuales son hasta miles de veces más rápidas que las ocurridas en los últimos millones de años.
Por ejemplo, los vertebrados perdidos en el último siglo deberían haberse extinguido en diez mil años sin los impactos humanos. También hemos demostrado que concentrar la atención exclusivamente en la extinción de especies subestima el problema. Se trata de una crisis de pérdida de poblaciones y especies, lo que agrava la situación. En nuestro trabajo hemos acuñado algunos términos para mostrar la severidad, como aniquilación biológica, defaunación y aniquilación del árbol de la vida.
Fuerza de reversión
En su discurso, Dirzo recordó que a lo largo de la historia de la vida en nuestro planeta se han producido “cinco grandes pulsos de extinción masiva”. La última de estas catástrofes biológicas tuvo lugar hace 66 millones de años, cuando la colisión de un meteorito con lo que hoy es la península mexicana de Yucatán, en México, provocó “el ocaso del reino de los dinosaurios” y “el florecimiento evolutivo de los mamíferos”, incluyendo al linaje de primates del que forma parte el Homo sapiens.
“La acción humana representa una fuerza de reversión de la trayectoria de diversificación de la biosfera a través de convertirnos en el motor de lo que se va perfilando como una nueva extinción masiva”, agregó el especialista de la Universidad de Stanford, en la que actualmente es titular de la Cátedra Bing de Ciencias Medioambientales en los Departamentos de Biología y Ciencias de la Tierra, y Senior Fellow en el Stanford Woods Institute for the Environment.
Sus indagaciones revelan los destructivos efectos en cadena que puede generar la eliminación de una especie, al perturbar la red de interacciones que mantiene con otros organismos, así como sus impactos sobre la población humana, debido a la pérdida de los bienes y servicios que proporcionan.
Hoy se produce una sexta gran extinción en la que el meteorito es nuestra propia especie, documentan las investigaciones de los premiados mediante las cuales han comprobado que las tasas de extinción de vertebrados son, actualmente, entre 100 y 1,000 veces más altas que las que han prevalecido en los últimos millones de años.
Durante la ceremonia, encabezada por el presidente de la Fundación BBVA, Carlos Torres Vila; y la presidenta del Consejo Superior de Investigaciones Científicas de España, Eloísa del Pino, el primero aseguró que se celebra el valor de la investigación y la cultura de vanguardia para ampliar las posibilidades cognitivas de la sociedad y trazar una “hoja de ruta” que permita abordar los grandes desafíos de nuestro tiempo.
En el acto, efectuado en Euskalduna Bilbao, en el que se distinguió a 17 líderes mundiales en investigación científica y creación artística, Torres Vila agregó:
En un contexto de retos tan complejos como la crisis ambiental y la disrupción tecnológica, “debemos articular una respuesta global y coordinada basada en la investigación, la innovación y la educación”, instrumentos que deben servir de guía “para tomar las mejores decisiones, tanto en el plano individual como en el colectivo”.
A su vez, Eloísa del Pino manifestó que los Premios “han entendido siempre la complejidad de nuestro mundo como objeto de investigación”, y por ello –tal y como reflejan sus ocho categorías– “su mensaje es que solo desde la diversidad de las disciplinas científicas podemos aspirar a conocer el universo extraordinario en el que habitamos”.
Los hallazgos reconocidos, dijo, muestran que “cuando los científicos somos capaces de trascender la seguridad que nos proporciona la hiperespecialización de nuestro campo de conocimiento para adentrarnos en otras áreas o disciplinas, logramos no solo una ciencia de mayor alcance y más disruptiva, sino también una ciencia más empática, capaz de comprender mejor y de llegar a la ciudadanía en un momento en que esto es muy necesario”.