
Mérida Yucatán 2 de octubre de 2025. Mientras los diputados en el congreso del estado esgrimen la bandera de la reducción de tarifas eléctricas como una solución inmediata y popular, las autoridades energéticas han trazado un camino claro, pero a largo plazo: los apagones en Yucatán tendrán una solución definitiva hasta el año 2027. Esta divergencia de posturas expone la clásica pugna entre el populismo cortoplacista y la compleja realidad de la infraestructura eléctrica que fue abandonada en su momento.
En una reciente y ardiente intervención, el diputado Roger Torres Peniche, del PAN, catalogó al gobierno estatal de morena de priorizar la publicidad del Renacimiento Maya” sobre necesidades urgentes como la salud y la energía.
«Renacimiento Maya es que en Yucatán la luz no se va, a veces viene y cuando viene viene cara», afirmó, proporcionando como solución inmediata una reclasificación tarifaria para que las familias paguen la mitad.
Sin embargo, esta propuesta choca frontalmente con el diagnóstico técnico presentado en junio de 2025 por la Directora General de la CFE, Emilia Calleja Alor. Ante un sistema rebasado por un crecimiento poblacional del 38% tan solo en una década, una reducción artificial de tarifas podría, en lógica elemental, incentivar un mayor consumo y agravar la saturación de una red ya de por sí al límite por irresponsabilidad de administraciones pasadas en décadas que no previeron el futuro hoy presente.
La CFE ha sido transparente en cuánto dan los plazos: la solución de fondo llegará con la entrada en operación del gasoducto Cuxtal y la planta Valladolid en 2027, proyectos de gran escala que no se materializan de la noche a la mañana. Mientras tanto, movimientos se enfocan en obras de modernización escalonada, con inversiones millonarias en subestaciones, transformadores y mantenimiento de redes.
La ciudadanía, atrapada en medio de un forcejeo entre la crítica política-populista y la explicación técnica, pretenden estar desarrollando un creciente escepticismo. El descontento no solo nace de los cortes de luz, signo de la percepción de que el tema se utiliza como un arma electoral. Como bien señala la reflexión, «la ciudadanía no es tonta, no la pueden engañar».
La pregunta que queda flotando en el aire es si las promesas de solución rápidas y económicamente atractivas prevalecerán sobre la paciencia y comprensión que requieren los proyectos de infraestructura, o si, por el contrario, los yucatecos optarán por respaldar un plan técnico cuyos frutos, aunque tardíos (por inAcción de visión futura de quiénes nos gobernaron), prometen ser más sólidos y duraderos.