Julio 10, 2024
A lo largo de la historia de México, abogadas y abogados han desarrollado un papel importante en el crecimiento del país, al ser protagonistas de los grandes cambios nacionales con la creación de instituciones y mediante su ejercicio profesional para alcanzar mejores condiciones de vida, considera la académica de la Facultad de Derecho de la UNAM, Patricia Lira Alonso.
A partir del punto de vista de género, a finales del siglo XIX y principios del XX las mujeres empezamos a ocupar espacios importantes en la abogacía y en otras esferas. Un hecho trascendental es que participamos en movimientos sociales como la Independencia y la Revolución; por ejemplo, las adelitas acompañaron a los combatientes en diversas tareas. Sin embargo, su reconocimiento ocurrió años después.
De acuerdo con cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía, en el país hay 442 mil abogados, 40 por ciento son mujeres, pero su actuación “sigue dándose bajo los llamados ‘techos de cristal’, la mayoría de las posiciones que ocupamos en este campo es como litigantes; es decir, en puestos que no son de alta ejecución o de liderazgo”, destaca con motivo del Día del Abogado, que se conmemora el 12 de julio.
La jurista universitaria indica que la plataforma digital de Abogadas Mx, asociación sin fines de lucro que busca incidir en la trayectoria de estas profesionales en México, revela: “Si se buscara describir a la abogada ‘promedio’ en el país, estaríamos hablando de una mujer entre 30 y 39 años, soltera o divorciada, y sin hijos, que cuenta con una escolaridad de licenciatura, trabaja en el gobierno y percibe un salario promedio de 11 mil 900 pesos mensuales”.
Quienes tienen cargos de liderazgo con frecuencia son denostadas, sacrificadas por cuestiones de familia o su vida personal. En ocasiones se observa que al acceder a esos puestos deben cambiar su forma de ser para sobrevivir en áreas del derecho consideradas todavía para hombres, en donde su capacidad está limitada, es decir, “no puedes ser penalista, sino abogada en derecho familiar”, menciona Patricia Lira.
Y aunque entre la población con estudios universitarios el porcentaje de hombres que estudiaron derecho se ha mantenido relativamente estable, a lo largo del tiempo el porcentaje de mujeres con esta formación aumenta.
La especialista en derechos humanos recuerda que en el libro “El jurista y el simulador de derecho”, del abogado Ignacio Burgoa Orihuela, se menciona que existen cuatro tipologías: el jurisconsulto, el juez, el maestro en derecho y el abogado. A su vez, estas figuras se conjugan en una sola, el jurista, pero todos pueden ser jurisconsultos, es decir, dedicados al estudio, interpretación y aplicación del derecho.
Lo más importante de esas tipologías es que tienen elementos en común: “los valores que rigen a nuestro ejercicio profesional, entre ellos la impartición de justicia de manera imparcial y con alto sentido ético, donde abogados y jueces sean incorruptibles”.
Pero también “hay simuladores del derecho que, contrario a quienes cursan la carrera y desarrollan un criterio jurídico en pos de los valores de nuestra profesión, solo se dedican a mercantilizar la propia carrera, a engañar a la gente. Es importante hacer esta distinción, no cualquier persona llega a ser jurista”.
Patricia Lira apunta que las abogadas son motor de cambio en la abogacía del siglo XXI, es un momento importante para impulsarlo y motivar, a partir de una perspectiva de género, estas transformaciones sociales necesarias, pues durante siglos varias de las exigencias de ellas han sido invisibilizadas; “seguimos subrepresentadas, por lo que debemos pensar en legislaciones más empáticas”.
Recuerda que la primera legista en México fue María Asunción Sandoval Olaes de Zarco (1898), quien obtuvo el título de la Escuela Nacional de Jurisprudencia y ejerció su profesión en favor de las mujeres. Su primer logro fue la defensa de una mujer acusada de haber matado a su amante y obtuvo su libertad demostrando legítima defensa, “en esa perspectiva de género que no pensaríamos que hubiese existido a finales del siglo XIX y principios del siglo XX, una mujer defendiendo a otra mujer”.
Un México más democrático
En la FD tenemos a la segunda directora de esta entidad académica, Sonia Venegas Álvarez. Desde hace 450 años, cuando se creó la Real y Pontificia Universidad de México y junto con ella la Escuela Nacional de Jurisprudencia, ninguna había encabezado a esa Facultad hasta prácticamente iniciado el siglo XXI, con María Leoba Castañeda Rivas, la primera en ocupar ese cargo, precisa Lira Alonso.
La experta plantea que aun cuando hay varones que se quejan de la ocupación de puestos de liderazgo por motivos de cuota, de no realizarse este tipo de acciones mediante leyes tardaríamos 150 años en alcanzar esa igualdad sustantiva.
“Queremos vivir en una sociedad más inclusiva y más igualitaria, y el derecho es un instrumento de transformación social que permite alcanzar esa meta, aunque también es importante la participación de hombres y mujeres en el ejercicio de todos los ámbitos profesionales”, asevera.
El Día del Abogado tiene una tradición importante. Aun cuando se instituyó en 1553 –hace 471 años por medio de la cátedra Prima de Leyes Instituta–, el hecho de recordar que existe una profesión en el país que ha generado cambios sociales sustantivos, nos hace tener presente que como gremio debemos tener la necesidad de construir una sociedad más igualitaria.
Es decir, la participación en la construcción de un México más democrático. “Nos queda mucho trabajo por hacer, invitaría a mis colegas a seguir trabajando en pro de la justicia para consolidar realmente un Estado de derecho en el que México sea un referente mundial. Ya lo hemos sido antes con constituciones vanguardistas como la de 1917, reconociendo los derechos sociales y hoy, con la reforma de 2011 en materia de derechos humanos”, concluye.