Junio 15, 2021
Madrid.- La crianza de algunos hijos no siempre es fácil, aunque compensa por supuesto. Algunos demandan muchísimo, con grandes necesidades de atención, y además dejan bien claro lo que necesitan, llegando a ser algo agotador para muchos padres. Hoy en día hasta un 70% de los padres identifican que sus hijos son de alta demanda.
Úrsula Perona Mira es psicóloga sanitaria infantil y madre de tres hijos, una de ellas de alta demanda, de ahí que decidiera investigar y especializarse en niños de alta demanda. Según destaca en una entrevista con Infosalus, lo que mejor define a un niño de alta demanda es su temperamento difícil, un rasgo de personalidad con el que se nace, y por el que los padres desde el primer momento ya perciben dificultades a muchos niveles.
Entre otros apunta a problemas de sueño, son niños con muchos despertares, con gran dependencia del adulto, al que necesitan para regularse en todos los aspectos del día a día. «Son niños que demandan mucha atención constante, no son mimados sino por su personalidad tienen esa dependencia para gestionar el sueño, por ejemplo. Con estos niños funciona muy bien el colecho, o siempre quieren estar en brazos para calmarse, por ejemplo», apostilla.
Otro rasgo que tienen es su temperamento fuerte, «una rabieta es súper rabieta», y quieren algo y si no se lo das les genera una frustración enorme, comenta Perona con motivo de la publicación de ‘Hijos de alta demanda’ (Toromítico), una breve guía con la que pretende dar respuesta a todas las cuestiones que puedan surgir sobre los hijos de alta demanda.
Y es que, según comenta la también responsable del Instituto de Psicología Úrsula Perona de Alicante, otro de los rasgos que definen a los niños de alta demanda es que son impredecibles: «Lo que hoy funciona, en cuatro días no, y los padres están siempre muy atentos a la demanda del niño porque anticiparse es un riesgo muchas veces si no les casa nuestra propuesta. Esto, a la larga, genera mucha inestabilidad en la crianza».
Los niños de alta demanda, según prosigue, también se caracterizan por su hipersensibilidad, y tienen como rasgo común que son niños muy sentidos, muy sensibles, con el sentido del ridículo muy amplio, a los que todo les afecta mucho, y tienen mucha ansiedad por separación, no se van fácilmente con desconocidos o con otras personas.
Otra de las características de los niños de alta demanda es que no se entretienen ni saben jugar solos. «Otra cosa que a veces se confunde con la hiperactividad es el exceso de energía, de movimiento. Son niños muy curiosos, muy vivos, quieren explorar el entorno, tienen unas necesidades de estímulos muy distintas», aprecia Perona, al tiempo que señala que se trata de menores que son muy obstinados, muy testarudos.
Además de sus necesidades muy amplias, se definen igualmente por su capacidad para expresar lo que necesitan con contundencia. «Un niño de alta demanda no es un menor con una patología ni con un trastorno, sino que se trata de un rasgo de personalidad que reúne esta serie de características que para los padres complica su crianza en los primeros años. Desde fuera es muy fácil juzgar a estos niños y decir que están muy mimados o consentidos y es una crianza agotadora porque el niño no sólo depende físicamente de los padres. Es otro nivel. Los padres están extenuados, es que ‘soy como la gestora emocional de mi hija’, ‘depende tanto de mi para todo, para regular sus emociones, para que juegue con ella'», reconoce la psicóloga infantil.
CÓMO DIFERENCIAR A UN NIÑO HIPERACTIVO DE UNO DE ALTA DEMANDA
Así, a la hora de diferenciar a un menor de alta demanda a uno con un trastorno por hiperactividad o TDAH, Perona indica que la clave se encuentra en los 6-7 años, cuando inician la Primaria, y es cuando se suelen diagnosticar los casos de TDAH.
«Se trata de niños muy movidos e hiperactivos, impulsivos todos, pero hay que esperar a entonces. Se empiezan a identificar cuando empiezan la Primaria porque el nivel de exigencia académico, el nivel de atención deben mantenerlo de forma más prolongado en esa etapa escolar, y el niño de alta demanda es capaz, pero al hiperactivo le cuesta. El niño de alta demanda será un niño muy movido, muy activo, con mucha energía, que dormirá poco, pero a esa edad no tendrá más rasgos como para diagnosticarle un TDAH; como pueden ser la inatención, la impulsividad, o por ejemplo problemas de habilidades sociales», describe la experta.
Así, para el desarrollo y crianza de un niño de alta demanda, Úrsula Perona resalta que es importante identificarlos por dos razones principales:
Si no atribuimos erróneamente las causas del comportamiento del niño, a una mala intención, a manipulación. Si la atribución es errónea la respuesta será diferente. Al final todas las demandas de atención son demandas de amor y piden lo que necesitan. Se ha hecho una mala utilización del término de pedir atención en negativo, y esto tiene una connotación peyorativa. Un niño pide atención porque se siente solo, o por ejemplo porque necesita más afecto. A lo mejor son sus necesidades.
Otro aspecto muy importante está relacionado con los padres y sus sentimientos de culpa, de incompetencia frente a la crianza de su hijo, llegando a creer que el niño tiene ese comportamiento y actitud porque no lo están haciendo bien. Aquí tiene que ver mucho lo que dicen los demás, que no han tenido esa experiencia vital. El que tiene un niño difícil cuando se encuentra con otro no tiene nada que ver y claro que podemos cometer errores educando, pero esto no quiere decir que las conductas de los hijos estén relacionadas con que seamos malos padres o consentidores y no pongamos límites.
¿QUÉ NECESITAN ESTOS NIÑOS DE ALTA DEMANDA?
En este sentido, la responsable del Instituto de Psicología Úrsula Perona de Alicante sostiene que los niños de alta demanda necesitan comprensión por parte de sus progenitores, que conozcan su personalidad, ya que no todos los niños son iguales ni necesitan lo mismo.
«Que se entienda y respete su carácter y temperamento, y sin juzgarles, sin prejuicios erróneos. Darles lo que necesitan, desde una crianza respetuosa. No puedes ser el mismo padre para todos porque cada uno necesita unas cosas. Éste es el verdadero reto de la crianza, conocerlos bien, respetarles cómo son y guiarles sin tratar de cambiarles, así como saber si sus necesidades responden a caprichos o a necesidades reales, y a partir de ahí criar y educar», agrega.
EL PAPEL DE LA RELAJACIÓN
En última instancia, Perona menciona el importante papel de la relajación en los niños de alta demanda, y que se puede trabajar en dos direcciones distintas:
1.- Una hora al día como mínimo de actividad de ocio al aire libre. Cuando tienen mucha necesidad de actividad hay que proporcionarle este espacio haga el tiempo que haga. El niño puede soltar su energía, jugar de forma no dirigida.
2-. La desactivación fisiológica. Estos niños no saben parar muchas veces, tienen como un motor y hay que manejar otras estrategias, técnicas de relajación y meditación. El mindfulness puede ayudar, pero también buscar actividades que les relajen, necesitan un tiempo para desactivarse. Quitar la tecnología una hora antes de ir a la cama puede ser útil, así como actividades tranquilas a última hora del día, como colorear, hacer un puzle, la lectura, o incluso los audiocuentos les relajan mucho. Ver qué les calma antes de irse a la cama.
«La ‘cara B’ del niño de alta demanda es maravillosa porque aunque sean agotadores y generen ansiedad de la demanda tan fuerte, luego tiene una personalidad arrolladora, se tiene un vínculo bestial con ellos, toda esa personalidad que complica la crianza luego ves que se convierten en una persona perseverante, que luchará por lo que quiere. Puede ser una cualidad buena cuando se enfoca bien. Su imaginación es enorme y suelen ser niños despiertos, curiosos, y es muy bonito que cuando estás inmerso te cuesta verlo», sentencia la psicóloga sanitaria Úrsula Perona.
Con información de EuropaPress/infosalus