05 julio, 2021
En 1535 se acuñaron, en la Casa de Moneda de México, las primeras piezas de plata y oro, dijo Antonio Ibarra Romero
Por: UNAM
El peso mexicano se mantiene en el siglo XXI como una moneda fuerte y bien colocada en el centro de la economía nacional, además de que es reconocida en el sistema internacional, aseguró Antonio Ibarra Romero, profesor del Posgrado de la Facultad de Economía (FE) de la UNAM.
El peso es importante como identidad de país. “De hecho, por eso lo conservamos. Hay naciones que renuncian al símbolo del peso, que hace alusión a su peso en plata”, dijo el economista.
En la época moderna, recordó, en México hubo una crisis monetaria donde la solución fue recortarle tres ceros al peso. Las hiperinflaciones son momentos para cambiar la identidad de la moneda, pero en nuestro país sigue siendo un símbolo importante para la unidad de la economía.
“Lo que hoy tenemos es que el valor de la moneda está definido principalmente por la fortaleza de la economía en relación a otras economías”. La sustitución del oro y la plata tiene mucho que ver con la admisión de la moneda en papel para tener un control sobre la variable monetaria de la economía, acotó.
“La fortaleza del peso mexicano está estrechamente ligada a la fortaleza del dólar a nivel internacional, y que los términos de intercambio entre la economía mexicana y la norteamericana están creciendo, lo que favorece a la fortaleza del peso. El estar en un bloque comercial y financiero es una ventaja relativa si se gestiona bien en términos de política monetaria y de la balanza de pagos del país”, opinó el académico.
Ibarra Romero comentó que a partir de 1535 se acuñaron en la Casa de Moneda de México las primeras piezas de plata y oro que forman parte de prácticamente la historia moderna del mundo.
Desde entonces hasta la fecha, prosiguió, es de circulación nacional y global. “La plata mexicana y la peruana fueron desde el siglo XVI el medio de cambio internacional más solicitado. Fue la llave para abrir Oriente porque la demanda de plata en la India, China y Japón fue muy grande, debido a la calidad del metal”.
El peso de plata fue importante hasta 1870, cuando ocurrió la depreciación internacional de ese metal, y la competencia por establecer el oro como moneda de cambio mundial desplazó la trascendencia de la plata en la fabricación de monedas.
“A partir de entonces se tuvieron intentos de convertir la moneda en formas fiduciarias, o peso de papel, que no existía en economías donde lo que abundaba era la plata”. Hubo un periodo donde no era el gobierno el que emitía el dinero en papel, sino los bancos privados. La banca regional del Porfiriato recibió la concesión para emitir moneda de circulación limitada, acotó.
“De 1925 a la fecha lo que tenemos es una banca central de emisión. Es ahí cuando el gobierno toma el control monopólico de la emisión de moneda. Esto es importante porque es un acto de soberanía, donde el Estado establece los términos de intercambio internacional de la moneda soberana.
“Además de mantener el control sobre la emisión de moneda, puede manipular algunas variables económicas para impulsar la economía, aumentando la oferta, o bien, para frenarla, contrayendo la oferta monetaria. Es un recurso de política económica que los gobiernos disponen en determinadas circunstancias”, explicó.
Su valor depende también de la balanza de pagos. Las monedas no existen en el vacío, sino en relación unas a otras; las fiduciarias (en papel) se respaldan en metálico, en reservas, como lo fue en su momento la plata, luego el oro.
Proyectos académicos en marcha
Ibarra Romero forma parte de un grupo de expertos en historia económica que realiza el proyecto “Gestión política de la moneda, siglos XVI-XXI”. Participan colegas de la Facultad de Economía, de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Acatlán, de la UNAM; del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE); de El Colegio de México; y de la Universidad Autónoma del Estado de Morelos.
También interviene en un proyecto entre la UNAM y el Archivo General de la Nación, con el propósito de generar instrumentos de investigación para el estudio de la historia monetaria, principalmente los fondos documentales de la Casa de Moneda virreinal, del siglo XIX (en Hacienda Pública y Fomento), así como el acervo de la Comisión Monetaria.