Abril 28, 2023
En la conferencia “El maíz en México y Estados Unidos”, el subsecretario de Autosuficiencia Alimentaria, Víctor Suárez Carrera, afirmó que nuestro país no cederá ante los emplazamientos contra el decreto que prohíbe el maíz transgénico para consumo humano y elimina gradualmente el uso del glifosato.
El decreto presidencial que prohíbe el uso de maíz transgénico para consumo humano y prevé su sustitución gradual, además de prohibir gradualmente la importación, uso y distribución del herbicida glifosato, está firme y el Gobierno Mexicano lo defenderá con todo rigor, afirmó el subsecretario de Autosuficiencia Alimentaria de la Secretaría de Agricultura, Víctor Suárez Carrera.
Al encabezar la conferencia 48 del ciclo Autosuficiencia Alimentaria e Innovación Tecnológica, que organiza la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural, sostuvo que el emplazamiento que ha hecho el gobierno de Estados Unidos a consultas y a un eventual panel de solución –por el decreto presidencial del 13 de febrero— representa una violación al derecho soberano de México a preservar su seguridad alimentaria y a proteger la salud de la población y los derechos de los campesinos, y a preservar la biodiversidad del maíz como patrimonio de la humanidad.
En la conferencia: “El maíz en México y Estados Unidos” consideró que los señalamientos de Estados Unidos se basan en argumentos sin sustento, como el que los productores de maíz de ese país se ven afectados por el decreto y que éste daña sus exportaciones de maíz a México.
Con base en datos de las agencias del Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA), el subsecretario refirió que el número de productores de maíz de esa nación ha tendido a reducirse desde mediados del siglo XX, al igual que el conjunto de granjeros.
En 1959 los maiceros sumaban un millón 989 mil 622 y para 2017 sólo eran 364 mil 301. Tan sólo en el periodo de vigencia del tratado de libre comercio de América del Norte (TLCAN, ahora T-MEC), el número registró un declive de 28 por ciento, detalló.
Ello, al tiempo que las importaciones mexicanas de maíz, en más de 80 por ciento procedentes de Estados Unidos, ha tendido al alza. En el periodo TLCAN-T-MEC crecieron 527 por ciento en volumen, al pasar de dos millones 747 mil toneladas en 1994 a 17 millones 225 mil toneladas en 2022. En términos de valor, el alza fue de mil 393 por ciento, al pasar de 369.5 millones de dólares a cinco mil 511 millones, apuntó.
El funcionario dijo que hoy más que nunca se requiere una alianza entre el gobierno de México y los movimientos campesinos, sociales, académicos, de investigadores y ambientalistas para cerrar filas en defensa de la soberanía nacional y alimentaria y los derechos a la salud, al medio ambiente, la alimentación y el agua.
Expresó un “llamado a la solidaridad campesina trinacional de Estados Unidos, México y Canadá, por una agricultura con campesinos, justicia, sustentabilidad y salud alimentaria; por un sistema de precios justos a los agricultores; por una distribución justa de las ganancias de las cadenas de valor; por el respeto y revalorización de los modos de vida rurales, y por el respeto de la soberanía alimentaria de país y pueblo”.
NFFC respalda posición mexicana frente a glifosato y transgénicos
En la conferencia se presentó un vídeo mensaje del presidente de la National Family Farm Coalition (NFFC), Jim Goodman, organización líder de granjeros familiares de Estados Unidos, con sede en Whasington.
Goodman comentó que México tiene todo el derecho de prohibir el comercio de maíz transgénico y glifosato. Estados Unidos afirma que todas las partes del T-MEC se basan en ciencia sólida y México las rechaza. Pero México no tiene que aceptar la definición de ciencia sólida del USDA. México tiene mucha ciencia, ciencia de todo el mundo, de la Unión Europea y de otros países que dicen que el maíz transgénico es potencialmente dañino para las variedades nativas de maíz.
“Los agricultores de Estados Unidos están orientados a cultivar cultivos transgénicos. Aproximadamente el 90 por ciento del maíz y la soya cultivados son transgénicos, pero si los mercados comienzan a rechazar eso es posible que deban cambiar las variedades de maíz que cultivan y tal vez buscar no transgénicas. Los agricultores estarían dispuestos a cubrir ese mercado (no transgénico), especialmente porque el maíz genéticamente no modificado generalmente tiene un precio superior”, comentó.
Goodman afirmó que la política de subsidios y de desarrollo agroindustrial en su país propicia la concentración de las ganancias en pocas manos, lo cual lleva a una reducción constante del número de granjeros, muchos de los cuales, incluido él mismo, han debido vender sus tierras a inversionistas, varios de ellos ajenos históricamente a la producción rural.
Precisó que el 89 por ciento de los dos millones de productores de todo tipo de cultivos y ganaderos corresponden a fincas familiares pequeñas, que generan el 18 por ciento de la producción; 5.3 por ciento son medianas, generan el 20 por ciento; las fincas grandes o muy grandes, que representan 2.7 por ciento, son responsables del 43 por ciento de la producción (“Esas fincas grandes o muy grandes generan en promedio un millón de dólares de ingresos cada una”), y el 2.4 por ciento de las granjas, que son de propiedad corporativa, y tienen el 18 por ciento de las ventas.
Destacó que el sistema alimentario favorece la concentración de las ganancias en pocas manos y el mercado va excluyendo a los pequeños: “Si observa cualquier parte de la agricultura, en aproximadamente 80 por ciento o más, está controlada por unas pocas empresas, básicamente de cuatro a seis empresas.
La industria de la carne de res está controlada por unas cuatro empresas, o al menos 85 por ciento de ella, siendo una de las más grandes JBS, una empresa brasileña. La industria porcina, más o menos lo mismo. Uno de los conglomerados más grandes que controla eso es una empresa china por lo es difícil ser un pequeño agricultor y entrar en ese sistema porque simplemente no tienes el volumen para entrar en una gran planta de procesamiento, señaló.
Abundó que en la industria láctea ocurre la misma situación. Solíamos tener muchas pequeñas fábricas locales de queso, plantas de procesamiento de leche, pero todas fueron compradas y cerradas por entidades más grandes. Y, a menudo, es mucho más barato para esos grandes procesadores recoger leche en una o dos granjas muy grandes en lugar de ir por el camino y detenerse en varias granjas pequeñas, refirió.
En la conferencia participaron también la directora general de Recursos Naturales y Bioseguridad de la Secretaría de Medio Ambiente, Adelita San Vicente Tello; el titular de la Comisión Nacional de Mejora Regulatoria (Conamer), Alberto Montoya Martín del Campo, la profesora-investigadora del Instituto de Investigaciones Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Blanca Rubio Vega, y el asesor agroecológico e investigador independiente Marcos Cortez Bacilio.