Ha llegado el momento de pugnar por una reforma electoral profunda, que impida, entre otros puntos, ver a un Instituto Nacional Electoral totalmente fuera del principio de la legalidad, intentando crear leyes que no le corresponden y asumir funciones legislativas, planteó -desde San Luis Potosí-, el líder del grupo parlamentario de mayoría en el Senado de la República, Ricardo Monreal Ávila.
Durante la presentación de su libro “Nulidades y procedimientos sancionadores”, en la capital potosina, el coordinador parlamentario de Morena señaló que el árbitro electoral pierde la línea de conducción, dado que quiere ser parte de la contienda y no actúa con prudencia y moderación.
Estos factores, así como la guerra sucia en las redes sociales, el dinero ilícito en las campañas y la presión del crimen organizado contra los electores y candidatos, hacen inevitable una reforma electoral, luego de los comicios del seis de junio.
Monreal Ávila asentó que tanto el proceso electoral como el organismo que lo organiza son de los más caros del mundo, por lo que es hora de “caminar hacia la urna digital, hacia la urna electrónica, para evitar más desconfianzas y el enorme gasto público que se destinada a la organización y vigilancia de las elecciones”.
El senador aclaró que el devenir histórico de la materia pone al descubierto que prácticamente cada vez que hay una elección importante, le sigue una reforma legislativa con igual relevancia.
Los procesos electorales, acotó, también sirven para probar el andamiaje jurídico y revelan los puntos que están en crisis o que se pueden mejorar. En este contexto, nada es más oportuno que la identificación de aquellas áreas que exigen mejoras al interior de la estructura jurídica electoral.
Monreal Ávila explicó que siempre se han llevado a cabo reformas de este tipo y decir que ésta será la definitiva es arriesgado. Por ello, será inevitable una nueva reforma en los próximos meses.
Dijo que su libro expone las dificultades en la aplicación de las leyes electorales, por un enorme andamiaje jurídico que se ha creado por la desconfianza de las y los ciudadanos en las elecciones y por la presencia recurrente de fraudes electorales.