Octubre 25, 2022
Como parte de las protestas en Ciudad Universitaria por la denuncia de la violación de una alumna y la falta de acción por parte de las autoridades de la UNAM, el mural “El derecho a la cultura” de David Alfaro Siqueiros fue intervenido.
El daño al mural ocasionó múltiples críticas en redes sociales, causando más revuelo que la denuncia original que detonó las protestas. No obstante, al ser la intervención al mural un acto de protesta se cumple la idea original que Siqueiros tenía para su obra.
Según la historiadora Marisol Reyes, conductora del podcast “Histérica e Histórica”, el mural “fue pensado propiamente por Siqueiros para ser intervenido por la lucha social”.
En un hilo de Twitter, Reyes aseguró que Siqueiros agregó en la esquina inferior izquierda fechas que él consideraba representaban revoluciones sociales. El muralista dejó un espacio en blanco para que en el futuro su obra fuera intervenida con otras fechas más.
El mural ha sido intervenido desde, por lo menos, la huelga estudiantil de 1999. Asimismo, el 14 de noviembre de 2019, el mural fue pintado con graffiti durante las protestas en contra de la violencia de género en la Universidad Nacional Autónoma de México.
En todas las ocasiones el mural ha sido restaurado sin daños mayores.
“Occidente teme perder su patrimonio, pero la realidad es que el hombre ha destruido el arte durante siglos, motivado por múltiples y variadas razones”, escribe el crítico de arte Pedro Luis Lozano Uriz en su texto “Destruir el arte, ¿por qué no?”
Este crítico de arte teoriza que las críticas y ataques en contra de quienes dañan o destruyen obras de art es reflejo de un miedo existencial a la muerte, así como de la obsesión con el pasado y su conservación.
Para Lozano, la sociedad actual tiende a ver más hacia el pasado que al presente. Esto, aunado con un futuro incierto, hace que las obras de arte que remiten a otros tiempos adquieran mayor valor y su destrucción sea vista como algo terrible. Este miedo a perder creaciones del pasado tiene un origen en el trauma provocado por la destrucción de las guerras mundiales.
“Como vemos, el temor a la muerte y el uso del arte como medio para conservar, al menos, la memoria de la existencia es un recurso antiguo y universal. En una sociedad como la nuestra, cada vez más escéptica y materialista y que duda la existencia del más allá, una sociedad que venera el pasado y que afronta con preocupación el futuro, los bienes materiales y, en especial, las obras de arte, con su aparente voluntad de eternidad, se han convertido en objetos fundamentales, trascendentes, cuya destrucción nos resulta, por lo tanto, terrible y tan difícil de aceptar.”, afirma Luis Lozano Uriz.
Lo anterior provoca que vivamos “una de las etapas más proteccionistas de la historia, lo cual se refleja en las leyes, las instituciones y los organismos de salvaguarda del patrimonio existentes a nivel mundial”.
Intervención artística y política
La pinta sobre el mural de Siqueiros en CU está lejos de representar la destrucción completa de la obra. Algunos han llamado al acto una intervención artística y política.
Las intervenciones sobre otras obras de arte llegaron a su mayor nivel de popularidad en la década de los sesenta. En esta época, los artistas vieron en este acto una forma de interactuar directamente con el pasado y así modificar el rol del arte y sus creadores en la sociedad.
Muchas de las intervenciones se basan en el pensamiento del cineasta y escritor francés Guy Debord, fundador del situacionismo. Para el escritor de “La sociedad del espectáculo”, el espectador debía eliminar con su rol pasivo frente al arte y adoptar una actitud activa de interacción y creación.
as mujeres que protestan en marchas feministas y en contra de la violencia de género recurren a diversas expresiones artísticas para expresar sus demandas y denuncias. En su artículo “El lugar del arte en las acciones políticas feministas”, la teórica Ana María Castro Sánchez explica que el arte feminista, incluyendo sus intervenciones, nacen de una concepción de la artista como activista.
“De allí surgen diversas experiencias en la apropiación que se hace del arte fuera del canon, que se han denominado como ‘estéticas de la resistencia’ y ‘estéticas alternativas’, con las cuales se procura cambiar ciertas pautas culturales y sociales, así como transformar la producción artística y su recepción”.
Así las pintas y grafitis cargan un fuerte contenido político y de denuncia social. Tal es el caso de las protestas por la presunta violación ocurrida en los planteles de CCH Sur.
Con información de Aristegui Noticias