Agosto 4, 2022
Estados Unidos planeó «durante meses» la operación que este pasado fin de semana acabó con la vida del líder de Al-Qaida, Ayman al-Zawahiri. El médico de origen egipcio era uno de los objetivos más buscados por la inteligencia estadounidense, que se había marcado como una prioridad volver a descabezar a la organización terrorista. En el ataque no se registraron explosiones y las autoridades estadounidenses afirmaron que no murieron ni civiles ni los familiares con los que convivía el líder terrorista.
Han sido meses, años, de espera. El presidente estadounidense, Joe Biden, «autorizó un ataque aéreo preciso y adaptado» la semana pasada, pero la oportunidad no se presentó hasta este sábado a las 21.18 horas de la Costa Este de EE UU, las 6.18 del domingo en Kabul. Hacía 17º en la capital afgana.
Según desveló un alto funcionario de la Casa Blanca este lunes por la noche en una conversación telefónica con periodistas -bajo la condición de anonimato-, los servicios de inteligencia mostraron a Biden, que dirigió la operación desde Washington, una maqueta de la casa de Kabul donde habían localizado a Al-Zawahiri para analizar las posibles vías de actuación. El líder terrorista residía en el edificio desde principios de año junto a su mujer, su hija y sus nietos. Los estadounidenses estudiaron la estructura de la casa, los riesgos para los civiles y su forma de vida: nunca salía.
No obstante, las largas horas de vigilancia permitieron vislumbrar una oportunidad. «Identificamos a Zawahiri varias veces y por largos periodos en su balcón», explicó el alto funcionario norteamericano. «Cuando supimos que las condiciones eran las óptimas, decidimos actuar». El ataque con dron fue limpio. «Se dispararon dos misiles Hellfire contra Ayman al-Zawahiri, que es abatido en el balcón». Al-Zawahiri apenas llevaba una hora despierto. Siempre según el relato de la citada fuente, «ninguno de los familiares resultó herido».
‘Bomba ninja’
Según la Casa Blanca, no fue necesario desplegar efectivos militares en el terreno. Pero, ¿cómo es posible que no se registrara ninguna explosión? Todo apunta a que los misiles disparados con el dron son en realidad la versión R9X ‘flying ginsu’ del modelo Hellfire. Deben su nombre a una marca estadounidense de cuchillos inspirada en Japón. También se los conoce como ‘bomba ninja’.
Según la agencia de noticias AFP, esta versión modificada de los Hellfire no tiene carga explosiva pero, en cambio, cuenta con seis cuchillas que se despliegan antes del impacto para cortar su objetivo sin efecto de explosión. No obstante, la existencia de esta arma nunca ha llegado a ser confirmada, ni su uso ha sido reconocido por el Pentágono o la CIA, las dos agencias que han llevado a cabo operaciones para asesinar a líderes extremistas.
La primera constancia que se tiene del uso de estos misiles es en 2017. Un dron mató a uno de los líderes de Al-Qaida en Siria, Abu al-Khayr al-Masri, cuando viajaba en coche. Las imágenes distribuidas tras aquel ataque mostraban un gran agujero en el techo del vehículo y el interior -así como sus ocupantes-, destrozado. Sin embargo, las partes delantera y trasera permanecieron intactas.
Así es como, aparentemente, habría muerto al-Zawahiri. Una operación que fue «todo un éxito», se felicitó Biden, que dirigió la operación desde la Sala de Situación. Es la misma sala desde la que Barack Obama siguió en directo el abatimiento del entonces líder de Al-Qaida, Osama Bin Laden; el lugar donde se toman las decisiones más sensibles y se abordan las operaciones de alto riesgo.