Abril 13, 2022
Por UAM
El orden multipolar configurado en el mundo después de la Guerra Fría con Rusia, China y Estados Unidos como potencias hegemónicas, ha contribuido a la globalización del conflicto bélico ruso contra Ucrania, afirmó Rafael Rojas en el 2º Conversatorio Por Ucrania, ¿Cuál es el papel de las sociedades rusa y bielorrusa, en particular de sus disidencias, en la creación de un nuevo (des)orden mundial?, organizado por la Coordinación de Extensión Universitaria de la Unidad Cuajimalpa de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).
En América Latina –dijo el historiador y escritor cubano-mexicano– esta invasión impacta luego del reposicionamiento de Rusia en las relaciones comerciales, políticas y culturales con la región; desde 2005, se ha apreciado un creciente interés del Kremlin por reforzar sus lazos con países latinoamericanos en términos de inversión y colaboración energética, pero parece que en la región hay consenso de que ese país ha violado la soberanía, la autonomía y la integridad territorial de la nación ucraniana.
Así lo han expresado ciertas naciones en diversos foros globales; no obstante, hay matices significativos en las posiciones de cada país. Por ejemplo, Brasil y México sí han condenado estas violaciones, pero han enviado mensajes amistosos al gobierno ruso y han mostrado cierta neutralidad, manifiesta sobre todo en su rechazo a respaldar las sanciones de aislamiento impulsado por Estados Unidos contra el gobierno de Vladimir Putin.
Rojas exaltó que el reto al que se enfrentan los gobiernos de la región es el de preservar los marcos multilaterales en los foros internacionales para mantener un equilibrio de las potencias y evitar el unilateralismo –propio de los años 90 del siglo pasado– en favor de Estados Unidos y de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN.
También reconoció que hay corrientes ideológicas en América Latina que consideran que la democracia es una ficción en sociedades tan desiguales y heterogéneas, y que la vía del autoritarismo es legítima, es decir, la concentración del poder en un partido hegemónico o en un líder; en el caso de Putin parece más que evidente que es un régimen que le apuesta al autoritarismo del líder. “No podemos olvidar que varias de las izquierdas han abrazado este concepto, con personajes como Fidel Castro o Hugo Chávez”.
Olia Sosnovska, artista bielorrusa, quien se encuentra en Viena realizando un doctorado en Artes, expresó que sus colegas de Ucrania y Bielorrusia están aprendiendo de América Latina las prácticas decoloniales para adaptarlas y convertirlas en una herramienta de resistencia contra el imperialismo ruso.
Muchos ciudadanos bielorrusos huyeron a Ucrania tras la represión ejercida por el presidente Alexandr Lukashenko después de las fraudulentas elecciones en 2020. El hecho de que el ejército ruso haya atacado a ese país desde territorio bielorruso, utilizando su infraestructura y con el apoyo total de su gobierno, le resulta aberrante, y subrayó que “la guerra nunca se debe normalizar”.
Hoy, en Bielorrusia, la mayoría de la población no está de acuerdo con el régimen actual, que mantiene su poder principalmente a través del aparato policial represivo, no apoya la invasión rusa y condena la participación del país. Sin embargo, el gobierno niega su participación en la conflagración y hasta el momento se ha abstenido de enviar tropas a Ucrania.
El historiador y escritor franco-mexicano, Jean Meyer, detalló que existe una enorme persecución en contra de diversas corrientes religiosas, como en Crimea –incorporada a Rusia desde 2014– donde han cerrado miles de mezquitas de musulmanes y miles de arrestos se han llevado a cabo por el solo hecho de manifestarse en contra de la ofensiva.
Desde 2004, la población rusa ha sido sometida a la propaganda de Estado que impone una versión imperial de lo que conciben sobre Ucrania, como un país neo fascista.
Ksenia Kirsta, artista rusa de ilustración y animación, informó que en los primeros siete días de la beligerancia mucha gente salió a las calles a protestar y detuvieron a más de siete mil. “Hay nuevas leyes draconianas en las que te pueden dar más de 15 años de cárcel, por lo que ellos llaman ‘difundir noticias falsas’ e incluso pronunciar la palabra ‘guerra’”.
Ambos refirieron que los medios de comunicación independientes han ido desapareciendo poco a poco y la televisión sólo es del Estado; por ello, el pueblo ruso desconoce lo que está pasando con esta conflagración, pues la única versión que conocen es la oficial. En ese contexto, resulta imposible formar movilizaciones organizadas que se expresen contra el gobierno de Putin o en contra de la guerra.